Leo
y escucho a mujeres lamentarse de no haberse informado lo suficiente y haber
tenido, en consecuencia, malas experiencias en sus partos, lactancias,
puerperios, crianzas…
Leo
y escucho a otras personas excusar de alguna manera un mal parto, una lactancia
difícil o inexistente, una desconexión con los bebés y las criaturas en la
falta de información de una madre.
Y
no… no es así. La información está ahí, y debería enriquecer cualquier
experiencia, tanto de maternidad o paternidad, como en la vida en general. La
información sobre el proceso de embarazo, sobre el parto y la lactancia o sobre
crianza y educación es algo que deberíamos hacer las mujeres por el mero placer
de leer y aprender sobre aquello que nos tiene ocupados el tiempo y el alma,
pero no por obligación, no para saltar la valla de la desconfianza en aquéllas
personas que deberían hacernos confiar.
Pero
lo que ocurre es que se pretende (y en muchas ocasiones se consigue) hacernos
sentir responsables de que las cosas no hayan ido mejor. Y pretender hacernos culpables a las mujeres de
lo que les pasa a nuestros cuerpos, y peor aún, de lo que les pasa a nuestros
hijos e hijas, cuando lo que falla de una manera atroz es el sistema sanitario,
apoyado y avalado por un sistema social que ha asumido como propios el abuso,
la violencia, la falta de respeto, la falta de actualización del personal
médico-sanitario, entre otras cuestiones, es una de las peores maneras de maltrato
posible. Porque asumirnos culpables nos incapacita para reaccionar, nos
incapacita para reclamar y para pedir no sólo explicaciones, sino también
cambios. Nos deja desencajadas y desconectadas de nuestra fuerza, porque nos
hacen creer que el no haberla ejercido nos ha hecho perderla. Y sobre todo,
sigue quitándole la responsabilidad a quienes realmente la tienen y
favoreciendo el que las prácticas que nos dañan se perpetúen. Ninguna mujer,
informada o no, debería ser atendida por un sistema sanitario que no conoce ni
quiere conocer las necesidades reales de las mujeres y sus hijos e hijas
durante la gestación, el nacimiento y el desarrollo posterior. Ninguna mujer
debería tener más y mejores derechos por el simple hecho de saber leer o haber
leído los documentos adecuados.
No.
Ninguna mujer debería sentirse rota, descontenta y culpable en su maternidad.