lunes, 4 de agosto de 2014

¿Qué es acompañar?

Voy a volver a sacar el tema, ahora que parece que todo el mundo se pelea por ver quién tiene más derecho a utilizar la palabra “acompañar”, y es que de verdad que creo que no se entiende.

Acompañar a alguien no es hacer lo que uno hace y además estar pendiente de otro. Eso es hacer tu trabajo bien, pensando en los demás.

Acompañar tampoco es estar al lado de la otra persona mirando si se encuentra bien y ayudándole a sentirse mejor. Eso es hacer compañía y mitigar la soledad.

Tampoco se trata de encontrar el mejor camino para ir juntos a ninguna parte. Eso es ser una guía.

Ni aconsejar u orientar sobre las mejores opciones para su caso concreto o para todos los casos en general. Eso es ser un consejero, un orientador, un asesor… alguien que sabe más que el otro y le ayuda.

Por supuesto, acompañar no es educar a otra persona, ni cribar la información que creemos que le puede servir, ni explicarle qué es lo mejor o lo peor que puede pasarle según sus decisiones. Eso es ser un educador o un profesor.

Tampoco, válgame el cielo, es controlar si un proceso se está desarrollando adecuadamente, independientemente de que al final sea necesaria o no una intervención. Eso es mirar atentamente, verificar y cuestionarse en todo momento si lo que está ocurriendo es lo óptimo.

Todas estas cuestiones que he mencionado son importantísimas, y necesarias. Son las que los profesionales de la sanidad no pueden obviar bajo ningún concepto. Son las que definen y hacen a un buen profesional. El que está pendiente del otro, el que hace compañía, guía, orienta, ayuda, asesora, educa, controla que todo suceda de la mejor manera posible.


Pero volvamos al principio… ¿por qué todo esto no es acompañar? Porque acompañar es no hacer nada. No tomar decisiones. No decir si está bien o mal el camino decidido por nadie. No advertirle a una mujer que tal o cual proceso o intervención puede tener ciertas consecuencias. No dar por sentado que una mujer no tiene información ante determinadas decisiones. Acompañar es ir a donde el otro va sin cuestionar, controlar, observar, guiar, orientar ni educar. Acompañar es ir con el otro independientemente de si hace el camino más largo, o lo repite tres veces… o incluso si, desde nuestra óptica, es equivocado. Acompañar es estar sin más. Sin ningún tipo de objetivo. Repito: sin ningún tipo de objetivo. En el momento en que mi objetivo es que un parto sea más corto, más largo, más intenso, más suave, más mamífero, menos intervenido, mejor vivido, mejor vivenciado… que la mujer se empodere, se conciencie, viva su maternidad de esta u otra manera… en el mismo momento en que vigilo que todo vaya bien, que la madre, el bebé, el padre y el entorno se encuentren perfectamente… en ese mismo momento, dejo de acompañar. Y eso, en sí, no es malo. No es mejor ni peor. Es otra cosa. Por eso muchas mujeres, además, ADEMÁS, de un sanitario, quieren alguien que las acompañe, y sólo las acompañe durante su maternidad. Y sí, lo puede hacer cualquiera, sea sanitario o no, siempre que ese alguien comprenda en profundidad qué es lo que tiene entre manos, y que entienda la delgada línea que separa el acompañamiento de cualquier otro proceso…