Y no es ésta una exclamación con las manos a la cabeza. No. Es un
imperativo. Me refiero a lo que habría que ver y que brilla por su
ausencia en el programa.
Porque, como he repetido hasta la saciedad desde que se emitió el programa, el problema no es que se vea... sino que no se vea. Y no me refiero a que se vean o no los programas ya grabados... sino a que se vea o no se vea lo que hay que ver.
Me explico.
No se vé respeto por la mujer, en cuanto mujer y en cuanto parturienta por ningún lado. Se ve maltrato explícito, verbal, físico y psicológico.
No se ven las recomendaciones de la OMS en la actuación de los profesionales y, por si alguien no lo sabe o no lo recuerda, datan de 1986 (26 añitos de nada).
Ah!! Vale... que las recomendaciones de la OMS son para los pobres de África y Sudamérica... perdón, entonces, porque tampoco se ven las recomendaciones que el Ministerio de Sanidad de nuestro país recoge en la Estrategia para la Atención al Parto Normal, publicada en 2007 (5 años va a hacer).
No se ven profesionales formados y respetuosos. Lo siento, pero si no lo digo, reviento. Puede que los profesionales que aparecen en esta primera entrega del programa no tengan mala fé, no lo dudo, pero la buena fé no llega para ser profesional. No es algo que compute en los currículums... No dejaría que me operase del corazón un señor que trabaja según la evidencia de hace casi 30 años pero eso sí, con muy buena fé... No señor. Ni dejaría que a mis hijos los atendiese un pediatra que no conoce los protocolos de atención para una determinada enfermedad, pero no los conoce y no es por mala fé... La buena fé se pierde cuando uno se mofa de sus pacientes, tanto si están presentes como no, la buena fé se pierde cuando uno no se forma y se recicla, cuando no es capaz de reconcer las formas de violencia que, como parte del sistema, está ejerciendo.
Y hasta ahora he hablado de profesionales sanitarios... Pero tampoco se vé buen hacer profesional en lado de atrás de la cámara. Porque los periodistas, editores, directores, etc... del programa, se supone profesionales entrenados para ver más allá de la letra y la imagen explícita, profesionales que se supone se tienen que documentar para poder realizar su trabajo lo mejor posible... tampoco ven nada. No ven maltrato... no conocen lo que dice la normativa... no buscan... no profundizan... llaman cobardes a mujeres infantilizadas y ridiculizadas durante el momento más importante de sus vidas... He visto programas del corazón mejor documentados.
Y por favor. Que nadie me diga que la culpa es del sistema en el que estamos metidos. Tanto el sistema sanitario, como el social, familiar, profesional en el que nos queramos sentir representados, o del que nos queramos desentender, da igual, todos y cada uno de esos sistemas están formados por personas... por personas que, salvo honrosas excepciones, no nos muestran lo que nos gustaría encontrar en nuestras maternidades, sencillamente porque no ven lo que hay que ver.
Porque, como he repetido hasta la saciedad desde que se emitió el programa, el problema no es que se vea... sino que no se vea. Y no me refiero a que se vean o no los programas ya grabados... sino a que se vea o no se vea lo que hay que ver.
Me explico.
No se vé respeto por la mujer, en cuanto mujer y en cuanto parturienta por ningún lado. Se ve maltrato explícito, verbal, físico y psicológico.
No se ven las recomendaciones de la OMS en la actuación de los profesionales y, por si alguien no lo sabe o no lo recuerda, datan de 1986 (26 añitos de nada).
Ah!! Vale... que las recomendaciones de la OMS son para los pobres de África y Sudamérica... perdón, entonces, porque tampoco se ven las recomendaciones que el Ministerio de Sanidad de nuestro país recoge en la Estrategia para la Atención al Parto Normal, publicada en 2007 (5 años va a hacer).
No se ven profesionales formados y respetuosos. Lo siento, pero si no lo digo, reviento. Puede que los profesionales que aparecen en esta primera entrega del programa no tengan mala fé, no lo dudo, pero la buena fé no llega para ser profesional. No es algo que compute en los currículums... No dejaría que me operase del corazón un señor que trabaja según la evidencia de hace casi 30 años pero eso sí, con muy buena fé... No señor. Ni dejaría que a mis hijos los atendiese un pediatra que no conoce los protocolos de atención para una determinada enfermedad, pero no los conoce y no es por mala fé... La buena fé se pierde cuando uno se mofa de sus pacientes, tanto si están presentes como no, la buena fé se pierde cuando uno no se forma y se recicla, cuando no es capaz de reconcer las formas de violencia que, como parte del sistema, está ejerciendo.
Y hasta ahora he hablado de profesionales sanitarios... Pero tampoco se vé buen hacer profesional en lado de atrás de la cámara. Porque los periodistas, editores, directores, etc... del programa, se supone profesionales entrenados para ver más allá de la letra y la imagen explícita, profesionales que se supone se tienen que documentar para poder realizar su trabajo lo mejor posible... tampoco ven nada. No ven maltrato... no conocen lo que dice la normativa... no buscan... no profundizan... llaman cobardes a mujeres infantilizadas y ridiculizadas durante el momento más importante de sus vidas... He visto programas del corazón mejor documentados.
Y por favor. Que nadie me diga que la culpa es del sistema en el que estamos metidos. Tanto el sistema sanitario, como el social, familiar, profesional en el que nos queramos sentir representados, o del que nos queramos desentender, da igual, todos y cada uno de esos sistemas están formados por personas... por personas que, salvo honrosas excepciones, no nos muestran lo que nos gustaría encontrar en nuestras maternidades, sencillamente porque no ven lo que hay que ver.